Tiempo
en la mirada fusilando con su brillo
nuestras sombras,
viejos retratos retorcidos de olvido,
casas que cierran sus ventanas
como dientes apretados en hileras de espanto.
Y en las cárceles,
expiran los reclusos atormentados
por sus jueces,
los días de sentencia
son una braza viva que lacera su existencia.
Tiempo de brisas y de brumas,
de atormentados espacios de locura,
de gargantas vociferando
angustias y proclamas.
Sin pena ni gloria
los transeúntes reniegan de sus sombras,
del claxon que flagela su existencia,
de los mudos letreros comprimidos en el llanto.
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