Los tiempos se apresuran
en cada espacio de silencio,
y los días
son remotas canciones,
concebidas en fogatas y vasijas
descifradas entre llantos.
Son de las razones,
su existencia;
el placer expresivo en las miradas,
el patio transverso en sus ángulos inversos.
Es el preciso instante
en que el tiempo cruza los umbrales,
y los sueños,
son un pergamino roto;
un aullido doloroso que erosiona los sentidos.
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