Los retratos
cortan la distancia de los tiempos,
y el muro nos acorrala,
nos envuelve
en su laberinto de piedra y de misterio.
Luego, los pájaros
son náufragos
sin tempestad en el horizonte;
son escritura de cartas alucinantes,
de tesoros escondidos
en el estomago gris de las ballenas.
Hoy,
no hay imágenes rotas
en el espejo de los sueños,
solo una partitura
añorada en el concierto;
un violín imaginario
pronunciando sinfonías
y una máscara que llora
arrinconando el escenario.
No hay celebraciones,
persiste el susurro,
la alegría conspirando
en la tristeza;
el glosario de tiempos
y distancias
que se guardan y recrean
paisajes y sonatas.
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