Por Arturo Vicente Aponte Núñez:
A este ritmo,
el caminar es un réquiem de escalas
que muerden nuestros pasos,
es sombra en la escritura amarrada en la proclama,
también un beso
humedeciendo de fragor nuestra mejilla:
Viento que exhala el perfume,
llanto que muerde en el alma.
Y no soy más el noctambulo sereno de las calles,
ni el loco gimoteando su miseria:
Solamente aquel que grita en su péndulo de furia,
el transeúnte fugaz de las tardes mutiladas.
A este ritmo,
me moriré de vida amando la tristeza,
descifrando la palabra prohibida;
secretamente alegre de estar tejiendo mis latidos.
Poco a poco al ritmo de la muerte repentina
se quebrará en mi rostro cobijado en lo espejos,
y una lágrima fugaz
coronará en su tiempo tu ternura,
tan fría y repentina.
A este ritmo mujer,
la vida duele en cada espacio de tu sombra,
y mis labios se entreabren
para expirar por siempre en tu mirada.
A este ritmo,
me estoy quedando ausente de no vernos,
tan frío como el mármol,
más triste que tu llanto,
más lento en el morir que estar amando.
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