Podría estar en la mirada
de los perros vagabundos,
en la sonrisa agónica
del desahuciado en el silencio;
podría ser un gato buscando en la cornisa,
atormentado por la lluvia,
y a pesar de todo,
seguir siendo la misma sombra,
la única mentira,
el despojado de su aura.
En la vida, no importa tu nombre,
importa la sonrisa cruel que sirva para el llanto;
importa el calor de tu piel
para apartarme del frío de la muerte.
En la vida, me voy cantando una tonada triste
para olvidarme de tu rostro;
no tengo vida para amarte
sin tomar prestada tu inocencia.
Podría ser un presidiario
lamiendo su infortunio
o la caricatura triste de un político fantasma;
Ser un digno albañil escribiendo rascacielos
o una guitarra agujereada y gris
después de mil batallas.
En la vida, importa el grito,
y no la voz callada.
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