No es el trapecio de los sueños
lo que alfombra tu sonrisa,
es el espejo de tus ojos
acariciando el reloj de los sentidos;
es la vertiente de los ríos acristalados
en el espejismo ardiente del deseo.
Es también el látigo que cruza nuestros cuerpos,
que jironea nuestra piel,
que moja en pan fresco tus latidos,
que confunde mi aliento con tu carne
y escribe en tus sombras mis canciones.
Soy el albañil que construye tu destino,
desafiando los confines de la piedra,
equilibrando los vértices en la ecuación de mis instintos.
Es la copa furtiva en el armazón
profundo de las nieves,
y el árbol presagiando sus raíces.
Y hoy,
lejos del olvido,
lejos del olvido,
procurando escribir en los huesos
de mi eterna comarca,
de mi eterna comarca,
he descifrado el llanto de los penitentes,
besando tu retrato
entre mis sueños y quimeras.
entre mis sueños y quimeras.
Y déjame allí,
con la mirada desafíante de los gatos
con el susurro de los vientos,
y los colores de la nada.
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