El silencio compilaba ademanes,
angustias, miradas;
era una celebración de besos
detenidos en el tiempo,
voraces en el brillo de los cuerpos;
era la puesta en escena
de una sesión de fotos,
de cuerpos expresivos,
de miradas seductoras
que penetraban los espejos,
las consolas, el sonido.
Y detrás de cámaras,
el silencio, secuenciando el dolor
de no tenerte entre mis brazos,
de no ser el lente
que invadía tus latidos
en cada flash,
en cada escena
y en todas las imágenes.
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