En las líneas sucesivas de tu rostro,
circunda la razón instintiva de mis actos;
eres la algebráica función de mis deseos,
la variable perfecta
para medir la luz de tus ojos
en la prolongación infinita de los astros.
Y debo calcular como Einstein,
que no es relativa la vida
si penetro en los confines de tu cuerpo.
Debo precisar
que en la función medular,
calculamos:
cuánto vivir para morir entre tus brazos?
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