Siempre
al descifrar los silencios,
la vida es
una rutinaria canción,
una efeméride
abarrotada en el olvido.
Y de pronto,
tus ojos se aferran
a mis temores,
escrutando mis sueños
y canciones.
Es natural
entonces,
que los vientos
acaricien tus cabellos
y los árboles
se rebelen al paisaje.
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