Quiero,
al converger el tiempo con el viento,
que los ocultos presagios
se pronuncien,
y las conversas sombras
se rebelen de ser nada,
ocultando el verdadero legado
del misterio.
Y allí entre rostros
dibujados al silencio,
que la voces se quiebren
en rictus de pavor,
de asombro y de alegría.
Que todos los cuerpos
se incorporen a la vida
para sepultar el rostro
de los verdugos,
escribiendo en los muros
del tiempo encadenado:
una sonata de amor,
una elegía sin llanto,
una sinfonía
de sonidos agrietados y alegres
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