El verano
desnuda nuestras sombras.
No es
la estación de las gaviotas;
es la celebración alborotada
de las olas,
de delfines tocando una guitarra,
de sirenas ovando entre las rocas.
Es el cabello entre cenizas,
la visión entrecortada
de los cuerpos,
los atardeceres:
un orgasmo prolongado en sinfonías.
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