Me encuentro en el ángulo
diferencial de los sentidos,
en la bruma de los sueños
descritos en asonadas
de luces y miradas,
de bocanadas de humo,
de cánticos pronunciados
entre silencios de miradas.
Y no es la música
descendiendo
en sonidos galopantes,
entre luces naufragantes,
en palabras clavadas
en partituras de espanto y sinfonías.
Nos encontramos
en línea con lo oblicuo
contoversiales y asimétricos
pronunciados entre pendientes
que son lágrimas
aprendidas y apretadas entre pieles
que son llanto.
Allí estaremos,
sin cartas ni semillas, humanamente
descalzos y aborígenes.
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