No son los espejos
dibujando formas
en el silencio sepulcral de las miradas,
es la distancia copulando espacios de luz
entre espejismos y brillos fulgurantes
prolongados en ángulos confusos. Es este grito que me ata a las profundidades del deseo
y me extasia en
simulacros de vida y agonía.
Y nos miramos difusos y confusos
en el laberinto azul de las miradas
de aquellas que muerden
la música guardada.
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