No en el razonamiento,
en el umbral de los sueños,
en la mirada infinita
que nos transporta en soledades;
en vertiginosos viajes
hacia la locura,
a lo desconocido,
a lo irreal y bello.
De pronto eres lo ignoto,
lo que se pierde
en reflexivas secuencias amatorias;
y en el extravío,
el labio inerte
que no fluye en el marasmo.
Quisiera entender
el misterioso aroma de tu cuerpo,
al sucumbir a tu resquicio,
en el instante mismo
del grito copulante.
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