A veces, caminar sin rumbo fijo,
es un retorno;
una mirada auscultando los recuerdos,
una carta mutilada en el presagio,
un pantano
escudriñado en la maleza.
Caminar escondido en la solapa
de un viento subversivo,
caminar a escondidas
en el vientre de una madre perseguida;
caminar lamiendo las heridas
de un torturado en la penumbra,
caminar en el hambre cobijado en hojalatas,
en mendrugos de pan untados de agonía.
Caminar sin tiempo
coqueteando con la muerte,
burlando los barrotes del odio;
incinerando promesas de amor
en los altares del sistema,
en donde el odio comulga
con la sangre de cristo
en el cuerpo del olvido.
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