La ventana es un calvario
que filtra el umbral de los lamentos,
es risa tormentosa,
cadavérica actitud en el hueso cercenado;
en la monotonía rumiante de los noticiarios,
y en los dedos cruzados de los que cuentan muertos.
La cultura es el diccionario oculto de los burdeles,
la hostia mordida de los monjes caníbales;
el absurdo antejuicio de un político de mierda,
la lacerante risa de un hambriento
alucinando en basurales.
La vida es el letrero anunciando obscenidades,
es el coro alegre de un rufián en el retrete;
es el vientre abultado de una monja parturienta,
es el tiempo rumiando en las vitrinas.
Escribo entre cilindros apostados,
vertiendo vino en los asfaltos;
hundiendo el bisturí en los almácigos.
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