Era mi sed
un manantial
en el deseo ignoto,
sed de vida,
sed de muerte.
Era
un clavo oxidado,
más doloroso
y menos doloroso
que un parto en cautiverio.
Era tu sed
la mirada flagelante
de los odios invocados,
la pasión oculta
de un suicida en agonía.
La sed de justicia,
tormentosa e implacable
que nos ata en rituales;
saciada en encuentros furtivos,
colmada entre pasiones distantes.
¡SED DE TENER SED!
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