LA VENTANA Y EL ESPEJO DE LOS SUEÑOS
Existe un grado de complicidad entre
la ventana de mi casa y yo.
Somos la casual argucia
de un pacto
entre la mirada y el vacío.
La natural conversión entre el
olvido y
la oscura realidad de un mundo inexplorado.
De ojos tristes,
de arañas agazapándose
en el dorso doliente del retrato.
Somos
esa natural convicción de
seres opuestos:
una ventana mirándome al vacío.
Y mis ojos,
una realidad en el espejo
complejo de sus formas,
distante de mi ego.
De la vitrina azul,
en donde yacen
los huesos eternos de mi Abuela,
fiel acompañante de mis penas,
se muda un espectro de colores indescriptibles.
se muda un espectro de colores indescriptibles.
Camino en el estrecho margen de la
duda,
en el conflicto de mis sueños:
coloreando el vacío estrecho de mis ansias,
articulando melodías en el oscuro margen de los tiempos.
Me encuentro tribal,
cazador de escarabajos rojos,
de
tiernas cobras de perladas lenguas,
amante noctambulo de meretrices alucinadas por el vino,
vocinglero vagabundo de esperanzas
rotas.
Me encuentro acorralado:
Entre el espejo roto de mi morada
triste
y la ventana oscura del vacío eterno.
Nos miramos:
La soledad es un retrato
de musgos apretados,
de mares tempestuosos,
de cartas vacías de amor en un mensaje inexplicable.
No estoy loco:
La ventana se muda con mis ojos,
se lleva mis paisajes,
el retrato inútil de tu desnudez profana.
Nos miramos:
La soledad es un retrato
de musgos apretados,
de mares tempestuosos,
de cartas vacías de amor en un mensaje inexplicable.
No estoy loco:
La ventana se muda con mis ojos,
se lleva mis paisajes,
el retrato inútil de tu desnudez profana.
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