En este camino
brotaban manantiales
de esperanza,
cántaros de vino
celebrando la fiesta
de los peces,
cestos de flores adornando
palomares y tejados.
Hoy la vida es distinta:
nos quitaron la vida
a merced del agua,
se bebieron el vino
para incendiar las flores
y torturaron los peces
mutilando sus escamas.
Es este el cuadro del presente:
una alfombra de caminos roturados,
una lágrima esculpida entre las rocas
y un batallón de niños
cargando ataúdes,
porque han matado su esperanza.
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