En mi soledad habitan tus ojos,
como estrellas desencadenando los caminos;
encerrando la musicalidad del agua,
en lágrimas, sonrisas y distancias.
En tu soledad anida el fragor de mis silencios;
encerrados en manuscritos de tiempo,
en cúmulos de cántaros y moradas.
Entre tu tiempo y mi espacio
está la historia inventada en los retratos:
unos de pasiones desenfrenadas,
otros de cánticos apretados de esperanza.
No será tal vez este instante
una quimera;
será sí,
una máscara de cartas
que cubren con sus letras nuestras manos.
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