Esculpidos están los nombres,
con los que incendiaron de infamias, sus canciones:
son los aguerridos polluelos,
que aprendieron a volar
desde sus nidales hasta los altos picos,
sublevando el confín de los tiempos
para desentrañar la verdad,
entre canciones, tempestades y romances.
Son los hijos de la luz del horizonte,
los espléndidos jinetes del andamio,
los impetuosos caminantes del desierto,
los conquistadores meridianos del misterio.
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