Enumerame el mar
y sus orillas sin tiempo
las arenas sedimentadas
en sepulcros de piel
en musgos fosilisados
con aromas de viento.
Era el sonido
de las caracolas
atravesando
mares y tempestades,
surcando islas itinerantes,
detenidas en ruinas
de ciudades perdidas
en la profundidad de los océanos.
Es la visión
del agua golpeando
las faldas del acantilado,
mientras
estoy perdido
estoy perdido
en la oscuridad de tus pendientes.
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