Te escribo esta carta
de emociones encontradas,
de sueños rotos, de desvaríos.
Te escribo en la soledad
y en la visión de los espantos,
de la vida acechada por las sombras,
de filosos cuchillos
que atraviesan mis canciones.
Y de estas palabras,
brotan manantiales de esperanza,
luces misteriosas
coronadas de racimos,
de flores inventadas
y alegrías desbordantes.
Te escribo
en el límite de la razón,
de la fe racional que nos convierte
en sabios e ignorantes.
Y te digo,
que los sueños
están prohibidos para los que aman;
que es mejor dormir en los vacíos,
en la oscuridad remota,
en los adentros de nuestras vidas cotidianas.
Al terminar esta carta,
te encomiendo a mis sueños,
para que sobrevivan
al tiempo y a la esperanza.
Y al al final de todo
cuando se crea todo consumado,
cuando no exista mortal sobre la tierra,
que quede el letrero de los sueños
anunciando LA ALBORADA.
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