No me mires en la oquedad del sueño,
ni en las risas transitadas por el odio;
tampoco en el umbral de los cerrojos,
ni en las grietas que asemejan hornacinas.
Blanquea el azul de las miradas
y acaricia el sueño entre los llanos.
Somos los vientos escarbados en la niebla,
los furiosos caminantes del abismo;
eso fuimos entre piedras y recodos.
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