sábado, 26 de marzo de 2011

Despertares






Mis sueños, compilados
en troncos de algarrobos,
son misteriosos legajos de imágenes dispersas,
que señalan pesares,
presagios, tribulaciones,
salutaciones, cartas aprendidas en el dolor,
en la nostalgia, en las horas del mar
encabritado por el viento.

A veces,
escribir es una prolongación de los sueños,
una grieta en la tristeza,
una puerta abierta en la alegría,
una esperanza en la desolación de los cerrojos,
una muestra de estar presente,
una lágrima sostenida en los espejos:
allí donde nos avistamos viejos,
extraños, convictos y a  veces perseguidos.

Mientras el hermano Samurái lucha
contra el veneno radiactivo,
los profetas de la muerte invaden LIBIA
para engullirse su petróleo;
los muertos se despiertan para escribir la nueva historia.

Qué hacer en la esfera de los tiempos,
escribir poemas de amor entre los odios,
salvar la vida en cántaros de agua,
escuchar los tiempos en el cordón de los espacios ?

Lineales, convexos,
ondulantes, amorfos,
misteriosos, así son los caminos
que conducen al presente.

Y la realidad
no tiene espacio
en nuestros ojos vigilantes:
es una alfombra de fuego
que sepulta los archivos de la vieja historia,
que destruye a su paso
todo vestigio de sueños subversivos,
de libros que contienen proclamas
de libertad y de justicia;
de cartas incendiarias,
de poemas que conspiran
contra el orden establecido,
de melodías que alegran
a los condenados en los muros y barrotes;
y no queda nada:
solo el veneno radiactivo
que le sobrevivirá al hombre
y a todas las especies que habitaban su planeta.

Y al final del sueño,
cuando empieza la nueva vida,
solo quedará el calcinado letrero
de la BOLSA DE VALORES de New York
que será conservado en un santuario
por la nuevas bestias que habitaran la tierra.

( Poema encontrado en el único vestigio en donde se dice existió un líquido llamado AGUA )



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