Galopamos en el silencio
aferrados al recuerdo
en los libros fusilados en la hoguera.
Hoy, la censura está
en nuestros propios ojos,
en nuestras bocas amordazadas de ignorancia.
A pesar de los olvidos
la mirada oculta tu presencia,
circunscribe los ángulos
al brillo de nuestra propia sepultura.
Y no son los ojos los que miran,
es el instinto,
la vibración del ánimo,
la lucidez ganada en la memoria ignota.
Procuro entonces
descifrar los caminos,
desafiar la muerte
mirándome en su rostro.
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