La danza cubre la advertencia
del ser y del estar,
de conjurar el espacio
en las tumbas no sitiadas:
de sombrear sus madrigueras,
de reírnos.
He visto la muerte
anunciada en los burdeles
y me he burlado de su orgasmo,
de su desvarío;
de los odios oficiando de mendaces,
de su carne tumefacta,
de su gracia de payaso delirante.
La he visto tan cercana y carroñera
que la he vacado por odiosa.
Y me pregunto:
Por qué el dolor no matiza los horarios
para morir al ritmo de la hora decidida,
y sepultar su impuntualidad en nuestro olvido?
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