Demosle al tiempo
la morada de la forma:
develando su misterio entre las sombras,
caminemos sin la pausa
de la muerte,
arengando profecías y proclamas.
Olvidemos los resquicios,
las alhambras,
los sueños rotos en vitrales sin memoria,
las ofrendas destilando hipocresías:
el canto oculto en miradas escondidas.
Escribamos las memorias del olvido
besando el pedregal de los sepulcros,
serenamente...a escondidas,
para luego,
morderle el cuello a la serpiente.
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