Seremos una ráfaga de tiempo
golpeando las miradas.
En los pequeños espacios
se cultivará la gloria
pregonando tu alegría.
Y seremos eternos como el llanto
que alimentó los mares.
En cada silencio
nuestras vidas serán cartas desolladas,
presagios de encuentros descifrados;
arenas de desiertos congelados,
aromas invadiendo las florestas.
Por qué deambular entre ataúdes
si los ojos nos convierten
en fantasmas?
Por qué amarnos
si el odio vocifera nuestros nombres?
Esperaremos eternos y desnudos
obligados a copular en el misterio.
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