Los días se violentan
en sonoras proclamas
de vida,
de ataúdes dispersos
en fogatas de tiempo;
en los altares,
las hostias creman su harina
en los huesos
de los curas herejes,
profanos y pedófilos.
Es acaso la fe una rutina
de emociones inocuas,
de vacíos sensoriales,
de delirantes ecos
o de clavos
atravesando nuestras bocas?
Es la vida un espacio en el tiempo,
reflejo sensitivo?
Qué decir de la música,
es solamente instinto y sensorial deseo?
No!
Me niego a celebrar la muerte,
y no podrán
arrinconarme entre lacerantes gritos;
en razonamientos y creencias
adornadas de falsas emociones,
cercenadas entre frases
de histeria y de comparsa.
Prefiero la reflexión del simio,
la filosofía del viento,
y la sobriedad del ganzo.
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