El horizonte es un profano sentimiento,
es tiempo en su forma de equilibrio,
es cactus afirmando los vacíos;
es distancia
en nuestra efímera existencia.
en nuestra efímera existencia.
Las aldeas del tiempo
atiborrado de pasiones,
se mecen en la cresta de los andes
sincronizando el aullido doliente de los apus.
Y aquí estamos,
esperando la hora unívoca
para incendiar los llanos;
beber presurosos la lluvia de estos lares
mascando de alegría granizadas.
No hemos muerto
a pesar de las ofrendas,
de los gritos guturales del espanto;
de las tumbas afincadas en tormentas,
a pesar de los relámpagos
silenciados con mil llantos.
Seguimos caminando,
buscando que los sueños
nos encuentren batallando,
que los pájaros nos cobijen en sus nidos
y el amanecer nos brinde su sonrisa solidaria.
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