Me cuesta celebrar tu nombre en los olvidos,
en la ofrenda sepulcral de los inviernos;
nos cuesta un espacio en el misterio,
en la razón equilibrada del espanto.
Es la función magnética
que origina nuestra especie,
el microcosmos de nuestros genes
en su masa equivalente.
El olvido es también espacio y tiempo,
energía sensorial
retenida en la memoria;
Y los sueños,
los espacios de vida
que nunca transitamos.
Porqué añorar entonces,
si tu rostro es una quimera
que azota mis recuerdos,
que me transporta a latitudes inversas
a secuencias de amor
asidas a la carne.
Tengo temor de recordarte
No hay comentarios:
Publicar un comentario