Es la mirada
afirmando la distancia,
quebrantando
el espacio de los sueños;
y una luz
se desprende del retrato
esculpiendo figuras
de pájaros silvestres
anidando
en el misterio.
Es una visión
pronunciada en el vacío,
que corta
el ritmo de la noche;
y más allá de las lágrimas,
los árboles son cartas
mutilando el alfabeto.
Somos escritura
de un tiempo sin retorno,
afirmación del fuego
extinguido en el retrato;
prolongación finita
de un amor circunstancial,
efímero y cálido que sacude
los instintos.
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