Indignados están los vientos,
las montañas,
los caudales de los ríos,
los silencios.
Indignados de ver
los tiempos someterse,
de ser pasivos
ante la ignominia,
de ser indiferentes
ante el llanto;
de ser pasivos,
de ser confesos
por la muerte.
Indignados
de ver la vida subastarse;
de ser permisivos,
de ser ausentes.
Y mientras se indigna el pobre,
el pasivo aplaude,
el indiferente ríe,
y el conservador se ausenta.
Indignados están los vientos,
los sueños de no ser gritos,
el amor de no ser fuego,
la verdad de no ser rabia,
el silencio de no ser estruendo,
la piel de no ser abrigo,
la sonrisa de no ser relámpago.
Y así de indignados están los tiempos,
que quiero convertir poemas
en un huracán de nuevos vientos.
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