jueves, 1 de noviembre de 2012

Del libro POETA EN EL INFIERNO de Jorge Espinoza Sánchez




 A los inocentes que purgan injusta condena 
en las cárceles políticas del Perú. 
A los espíritus libres del mundo.

A los que eligieron la bella desgracia.




LOS HOMBRES MAS PUROS DE MI GENERACIÓN


              He visto a los hombres más puros de mi generación
           caer en la guerra,
           la belleza de sus sueños cubrió de encantos esta isla,
           hoy no los veo más.
           Seres dulces que abandonaron el banquete
           diseñaban un mundo nuevo
           para las hadas bellas,
           templaron su arco
           en los crepúsculos más hermosos,
           azul era el sueño,
           dinamitaban las murallas iluminados por el sol.
           Galopaban luminosos por el monte
           en voz baja hablaban con los muertos,
           sólo querían un mundo
           donde las muchachas pudieran atrapar mariposas libremente.
           Pero cantaron las horcas,
           se extraviaron los jinetes,
           violentaron los hados la profecía.
           Solo en su tumba el héroe
           besa las piernas gangrenadas de la historia
y arroja las llaves al abismo,          mientras los viejos oradores
           hablan por la boca de los cañones.
           Bajo el negro paraguas
           contemplo la siniestra mansión del hombre,
           recordaba cuando los hombres 
           más puros de mi generación 
           marcharon a la guerra
noche eterna hallaron en la montaña. Llevaban sus mochilas repletas de sueños y fueron destrozados sus cráneos, lanzaban proclamas y discursos violentos, una suave brisa los envolvió,
           unos en la cárcel otros en la tumba,
           sólo una muchacha los recuerda.
Eran los hombres más puros de mi generación,
tristes melancólicos nobles y desterrados,
           sus sueños atropellaban el horizonte
           envueltos en la capa de sus prodigios,
           marcharon una tarde,
           no los veo más.


           LA CIUDAD CONVERTIDA EN PROSTÍBULO



¿Dónde ponerlos a ustedes en el informe, hermanos?
(Roberto Fernández Retamar)



Y
 
     


Y era entonces el tiempo del                                    éxodo, cientos y miles de hombres
abandonaron el fuego de sus hogares,
cogidos silenciosamente por las calles, violentamente extraídos del lecho,
era el tiempo en que todos tus amigos abrieron contra ti su boca acusadora. 
Y en el a del furor
la prensa en tinieblas, 
con gracias de Charlot,
encandiló al pueblo con bellos titulares de horror. 
Y en la ciudad y las montañas
todo hombre justo rozado por el fuego marchaba a presidio
ante el delirio de 22 millones de fantasmas brutalmente enloquecidos.
Y el Diario que a diario publicaba delirante
las capturas del horror,
los suplementos de la infamia. Y llegado el tiempo del diluvio
los rebaños fueron enceguecidos
             por la Gran Ramera
  voluptuosamente instalada en el Congreso      presidiendo el baile de bufones.
El vulgo extraviado en las tabernas condenaba a diestra y siniestra
y ebrio de victoria
pedía la cabeza del hermano y abarrotaba el coliseo exigiendo el garrote
para los cristianos.
Mañana la lava candente arrasaría los campos,
¡Ay mañana, no existes para los necios! 
Escrito el Libro de la Palabra, sangre en el circo
exige el populacho envilecido 
y el viejo psiquiatra bufarrón 
monta el fabuloso espectáculo.
El arpa de los eunucos plumíferos clamaba venganza alegremente
y todo inocente era culpable,
fue entonces que las rosas galoparon al paredón. Y la palabra inocente marchó al destierro
y Decretos y más Decretos del año pluvioso y nadie sabía nada
y había que contentar al lobo hambriento
y la fiesta continuaba en el burdel del emperador. 
Días de 1992.



CARTA DE AMOR A UNA HERMOSA GITANA

Un río de sangre, un mar de sangre es este beso estrellado sobre tus labios. (Vicente Aleixandre)


Z
 



Zulma, te escribo estos versos ensangrentados desde la más terrible prisión del Perú,
quiero que los leas eternamente vestida de novia, con tus ojos de llamaradas y diamantes
al pie del altar de nuestros sueños. Hermosa gitana,
te escribo desde la trinchera de los muertos a esta hora en que salen a vagar
los fantasmas de los combatientes. Quiero que sepas amor mío
que ser poeta en este país demente
y sangrar desesperadamente por la vida es ser perseguido, proscrito, presidiario y condenado a la hoguera.
Paga el Perú con la cárcel a Quijote enamorado,
amó a los hombres, amó a la golondrina, amó a la luna y sobre todos los dioses te amó a ti,
ebria y bella hasta el delirio,
hoy me entierran en vida por amar la vida y bajo la lluvia de balas y cadáveres
te sigo amando aún.
  Zulma, es madrugada      en la prisión, hierve la hoguera de la historia,
tal vez jamás vuelvas a verme con vida, es de poetas morir de crepúsculos, pero no llores pequeño ángel,
amaste a un poeta,
es decir, amaste a todos los hombres de la tierra
y no hay historia de amor más bella que la nuestra. Y si me extravío en la oscuridad de la muerte
búscame en los ojos de todos los niños tristes del mundo, en ellos seguiré viviendo,
un abrazo a nuestros sueños,
un beso a los hijos que nunca tuvimos y te dejo estos versos
eternamente rebeldes como nuestro amor, se divulgarán por todo el mundo
y serán traducidos a otros idiomas tus besos, preciosa gitana. Eternamente tuyo.
Muertas las siemprevivas, enfermas las rejas del presidio,
llueven cadenas perpetuas sobre los muchachos, metralla y muerte
sobre la espalda del hijo del hombre, pero nuestros labios desollados
entonan aún las baladas de aquellos locos días
cuando el corazón era un gitano
                   y Liza tenía los ojos azules. Muchacha,
             todas las noches
la muerte se desnuda en mi lecho
y arroja su fétido aliento a mi rostro, mientras la poseo le hablo de ti,
le cuento de ti, la embellezco de ti. Afuera la metralla aulla enloquecida, tiempos duros estos
para cantar la gloria de las muchachas hermosas, el amor ha sido arrasado por los tanques
y la rosa encarcelada por los nuevos dispositivos antiterroristas,
ahora cualquier metáfora puede costarnos la vida. Zulma,
leí tu carta desde la bahía de San Francisco, sentí tu besos y se rompieron mis cadenas, de mano en mano tus perfumadas líneas inflamaron el corazón de los muchachos.
¿Díganme pequeños fiscales y jueces perecederos podrá ser prisionero un hombre intensamente amado? Hermosa muchacha,
tatuada en la demente memoria de los siglos, tu amor ha inundado esta mañana la prisión, mandos políticos y militares
me preguntan por la dulzura de tus ojos
y el poderío bélico de tus besos.





















No hay comentarios:

Publicar un comentario