viernes, 19 de diciembre de 2014

Sueños





No me pierdas en tus ojos, 
ni en tus manos,
tiéntame como hilos en una telaraña de deseo,
de voraces besos 
apasionando mi cuerpo,
destila ese fragor que convulsiona en mil recodos.  

Déjame en el enjambre de tus besos, 
tapiado de lujuria,
remando en las oleadas de tu cuerpo,
burlando tempestades,
acariciando tu horizonte.

Hoy,
 no hay campanarios ni tambores 
alborotando tus cabellos.
Sólo la risa de los niños 
deletreando con músicas alegres tu  energía,
la sabia que palpita 
en los quehaceres nocturnos de las pieles.

No despiertes en mis ojos,
cultivate en la fragancia de las rosas
y esparce tu aroma entre mis manos.


martes, 9 de diciembre de 2014

La fiesta del verdugo





Acudo a tu distancia 
presagiando tiempos remotos, 
incinerados vagones de trenes fantásticos,
luciérnagas gimoteando 
lascivas luces en orgías noctambulas.

Es un espiral de incienso,
de fúnebres silencios que reclaman tempestades.

Hoy, 
no hay amanecer en la mesa,
solo un mendrugo de pan
crucificando el hambre de las moscas.

Una pintura de relieves extraños,
una guitarra bordeando de acentos musicales
la fúnebre soledad del aposento.

La fiesta del verdugo
tiene la sinfonía de las larvas asesinas,
el balcón de la esquelética paloma
es el mismo grito que lacera el horizonte.


lunes, 8 de diciembre de 2014

Páramo de amor



Me pierdo en tu horizonte 
de páramos eternos
y, me asombran: 
el fulgurante espacio de tus ojos, 
clavados en los espejos del agua 
que se invierte en los abismos
 formando cañadas macizas, 
delirantes espacios que nos muerden con la lluvia,
soles inversos arengando el gentío de los pájaros.

Me pierdo en el silencio de tus ojos
 llorando en tus lágrimas de plata, 
en tu cabello frondoso de flores apretadas de rocío,
en lechos inmensos de lagos perdidos.

Es difícil deducir, 
describir, delinear los contornos de la piedra:
afirmada en el fragor de tus encantos,
en la voluptuosa simetría de las formas,
en la vibra penetrante de tus ojos que me aman,
en los lienzos cosmogénicos de tu alma.

Grito, 
y el atardecer es una ráfaga de viento,
una curva vespertina de la historia,
una furia contenida en la cañada.

Eres tan hermosa que me muerdo tu recuerdo en la amargura.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

AL RITMO DE LA MUERTE


Por Arturo Vicente Aponte Núñez:


A este ritmo,
el caminar es un réquiem de escalas 
que muerden nuestros pasos,
es sombra en la escritura amarrada en la proclama,

también un beso 
humedeciendo de fragor nuestra mejilla: 
Viento que exhala el perfume, 
llanto que muerde en el alma.



Y no soy más el noctambulo sereno de las calles, 
ni el loco gimoteando su miseria: 
Solamente aquel que grita en su péndulo de furia,
el transeúnte fugaz de las tardes mutiladas.

A este ritmo,
me moriré de vida amando la tristeza, 
descifrando la palabra prohibida;
secretamente alegre de estar tejiendo mis latidos.
Poco a poco al ritmo de la muerte repentina
se quebrará en mi rostro cobijado en lo espejos,
 y una lágrima fugaz 
coronará en su tiempo tu ternura, 
tan fría y repentina.

A este ritmo mujer,
la vida duele en cada espacio de tu sombra,
y mis labios se entreabren 
para expirar por siempre en tu mirada.

A este ritmo,
me estoy quedando ausente de no vernos, 
tan frío como el mármol,
más triste que tu llanto, 
más lento en el morir que estar amando.