sábado, 25 de diciembre de 2010

El discurso por el hambre






Mi mano
es una extensión imaginaria
del paisaje,
ahí donde el presagio
es un grito desgarrado,
un camino
de pieles perseguidas,
de dientes presurosos
por el hambre.

Me conmueve
el lamento estridente
que deletrea
poses y discursos,
vientres estirados y agitados,
mientras se muere
una madre
lactando al moribundo.

Me aterran
la iglesia y
los gobernantes,
con sus discursos malolientes,
a pesar
de los muertos
que claman
desde sus tumbas
por un mendrugo de pan,
que sobra a mares
en las mesas
de los mercaderes.






¡Señores cardenales, políticos y gobernantes:
sus discursos son solo mierda!






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