sábado, 26 de diciembre de 2015

Tiempos del manicomio







Quería mirar la burbuja de tu tiempo,
deletrear el espejismo de los nombres cincelados en tu piel,
atisbar en los ventanales rotos por la furia,
celebrar los libros aupados en la memoria de los patios.

Hoy, 
no hay cortina de niebla en el ojo eterno del océano,
solamente un candil alumbrándote la piel,
el brillo porcelana de tus senos,
la mágica actitud de los pelícanos,  
volando en círculos queriendo besar tu cabellera. 

Amaneció el café servido en una mesa nutrida de ausencia,
en un jardín sembrado de recuerdos y vacíos,
de querencias eternas guardadas en féretros de cal. 
No bastaba un beso,
era necesario mostrar el musgo,
la brisa mojando el rostro de los transeúntes.   

En esta estancia, 
los locos tienen recuerdos de estaciones y cánticos,
de músicas guardadas en su desvarío,
de guitarras rasgadas en ademán de furia contenida.

Amaneció el café servido 
y en cada sorbo se precipitó el llanto,
tornándose cuerda la melodía del recuerdo.



domingo, 6 de diciembre de 2015

SUEÑO LIBERADO




Poema de Arturo V. Aponte Núñez
06 de Diciembre del 2015

                                   I
Recuerdo los rostros de todas las muchachas
con las que la luna conversaba de romances sombríos.
Recuerdo su piel apretada en sus muslos
de arena y aromas de guayaba.
La sonrisa era una reluciente esmeralda de nodriza,
de senos bronceados y ojos de serpiente.
Recuerdo el verano en tu pubis perfumado,
la silvestre actitud de hacer el amor en los arbustos,
en los arenales calientes de los caseríos fantasmas.
Era un tiempo de agitadas faenas en los sembradíos,
en los canales anegados de furia,
romance y lectura de fabulas sin nombre.
Hoy es tiempo diferente,
las fragancias son expresión de agotamiento, de incienso,
de humedales contaminados
por el espanto de las horas. Es el tiempo acorralado
en la hojarasca azul de los burdeles
convertidos en asilos, en claustros del amor perdido,
en campanas sonoras de anuncios tribales.
A pesar de ese sepulcro convergente y sonoro
las doncellas me entregaron su virginidad por un poema inconcluso,
por una historia inventada en un arrebato de locura,
por un vaso de vino bebido con asombro.
Es impreciso el rostro de los abuelos
con los que solía discutir sobre el origen de las sombras,
sus dientes masticaban mendrugos de pan enumerando los hambres de siempre,
los odios que ocultaron por siglos en sus ojos de esclavos,
la sonrisa sollozante de su miseria convertida en jornada interminable.
Recuerdo que tu extraña actitud
presagiaba un doloroso final: seríamos fusilados por intentar ser libres.



domingo, 6 de septiembre de 2015

En la dimensión del hombre






A pesar de la distancia, 
los caminos siguen siendo un ritual de aposentos continuos,
de fragancias rotas en su devenir, 
en los rostros que acompañan la ruta de los descalzos;
mientras el sol duerme en los atajos del hambre, 
en los rincones ocultos de los peñascos, 
en los rostros apesadumbrados y tristes de los canes.

Camina el hombre en su derrotero sombrío,
en la linea transigente del propio oprobio,
deslucido en los umbrales de la sepultura umbría;
camina eterno y sin luz, solo en la soledad del desvarío. 

Las huellas recrean el tiempo,
son el testimonio de la esperanza rota, 
la partitura inútil de una sinfonía sin retorno;
queda la celebración,
el decoro de los coros anunciando paradojas,
nuevas rutas apuntaladas en el vacío de los tiempos.

En otras dimensiones 
el hombre era un tierno insecto coleccionable,
de alas rastreras y de abdomen protuberante;
no era una abeja reina
simplemente se comía la miel ajena,
y escribía inmundicias en los periódicos de sus semejantes.

El camino sigue siendo el mismo,
lo transita sin pausa, 
con el miedo de siempre:
apretando el dolor de su propia muerte.






lunes, 24 de agosto de 2015

Incoherencias del ruido




No intentes presagiar el tiempo 
escondiendo la tristeza,
sería inútil cultivar el aroma de los nogales, 
simplemente añorando un manuscrito de despedida 
en cartas garabateadas; 
conteniendo escenas de músicos deformes, 
llantos reprimidos, 
mirando fijamente una pintura de formas extrañas.

Sería inútil verter una lágrima 
en el silencio cómplice de los grises balcones 
de la estancia urbana.
Sin comentar los diarios
 en su rostro de noticias macabras,
de cuerpos sanguinolentos
 ofendiendo la rutina de mis ojos profanos.

De los ruidos molestos 
de los conventos satánicos;
en la corta distancia de los sueños,
está el frío delator de los desnudos;
 la soledad portentosa de la agonía.

Y se leen proclamas de anuncios imposibles,
de quimeras ocultas en frases apretadas al vacío
en partituras de odas grotescas y fúnebres.

Es el ruido de la muerte 
royendo el cráneo de los transeúntes,
el vidrio de los gigantes que se apoderan del paisaje.



viernes, 21 de agosto de 2015

En el misterio de la noche








Me oculto en tu sombra 
y no presagias el aroma distante de los guayabales;
solo el escondrijo de los rituales amorosos de la lluvia,
la blanca desnudez de tus dientes mordiéndome con furia.

Son los rostros del tiempo,
la conversa fe de los rituales ancestrales,
alentados por el fervor oculto de los cactus;
por los escabrosos caminos del misterio y la sonaja.

No sientes el graznido de los cuervos,
el aleteo fragoso de los búhos;
la curva sitiada 
de la cañadas quebrando el paisaje
en tu mirada.

No retienes el vaho incesante de los gemidos,
la música  doliente de los vientos:
abrazando con lujuria el busto de la cordillera.

Me sigo ocultando en tu vientre,
dormitando en el placer de la vorágine;
en el río caudaloso del deseo profano de la muerte.






  

Fotografía artística






















domingo, 9 de agosto de 2015

Mirada de Mar






A propósito del mar,
te imaginaba noctambula en la arenas fangosas de mi tiempo;
en la rutina inversa de los sueños,
en su espacio azul de terciopelo.

Me resisto a creer que los escondrijos de las rocas,
me siguen negando tus labios;
tu vientre frondoso, 
tenso cuando mis manos tiemblan. 
Cuentan las gaviotas, que tu rostro alumbraba la ruta de los peces;
los delfines lloraron en el espejo de tu muerte. 

El lugar luce desierto de algas y de sombras,
es un espectro del tiempo;
un espejismo infernal del recuerdo triste;
una ruta misteriosa, 
en donde el amor es un pelícano agónico:
el viento que dejó de ser marea y se convirtió en silbido tenue.

A pesar del calor que abraza al recuerdo,
el cielo tiene tu rostro, quema mis labios;
dibuja caracolas en los pocos arbustos que esconden tus huellas.
Las nubes asemejan fumarolas de viejas chimeneas.

Describo tu rostro en cada sorbo de café,
en el aroma denso de la flores que adornaron el féretro;
y te imagino seduciéndome  en las fogatas nocturnas de tu mar eterno.





jueves, 6 de agosto de 2015

Delirius




A veces, despierto en la soledad de un perro vagabundo;
en el fango farragoso de la histeria colectiva;
en el viento imaginario galopando un caballo desbocado.

La vida es un paréntesis de furia,
un ángulo imperfecto de analogías y sofismas;
la letra inventada de un canto lastimero,
o imágenes dispersas de una escena en la comedia.

Me la imagino en la grácil figura de un violín en sinfonía,
en su curva de mujer poseída por el ritmo,
en su cuerda primorosa que da forma a los acordes,
en la firmeza del madero del que salen melodías.

No hay color en las sombras de tu gracia,
en la piel que me toca y me quema en el orgasmo;
en la jauría interior del espasmo de mis ansias;
en la ruta voluptuosa de mis genes abrumados;
en toda la vertiente del flujo descendente de mi esperma. 

Despierto y mi cuerpo convulsiona,
se contrae como serpiente y aflora en mí lo indescifrable:
soy un simple hombre anidado en tu mirada.



Imágenes de Dimitri Vorsin

sábado, 1 de agosto de 2015

Los hijos de la violencia




No somos la muchedumbre cautiva 
en el discurso de las balas,
ni el silencio oculto y efímero 
en las lágrimas de los torturados;
somos la espera del sueño venidero,
la fragancia del amor;
hombre y mujer: 
uncidos de vida
 para seguir cantando.

Somos el canto aprendido 
en el amanecer oscuro de la muerte,
la aurora lapidada entre aromas de amapolas;
también los que vendrán caminando sobre el fuego.

Somos los hijos inventados en la guerra,
de rostros etéreos y de sonrisa diáfana;
caminantes presurosos de la lluvia,  
enamorados eternos del sol y las estrellas.

A pesar de todas nuestras muertes,
seguimos macizos como rocas,
estruendo continuo de los ríos sagrados.

Somos, y eso lo sabe el tiempo venidero,
el grito esplendoroso de los vientos nuevos,
el trajinar melodioso del vuelo de los cóndores.

¡Somos y seguiremos siendo: 
el grito de batalla de los nuevos tiempos!



Imágenes de Dmtry Vorsin

domingo, 19 de julio de 2015

Lamentaciones del silencio





Podría estar en la mirada 
de los perros vagabundos,
en la sonrisa agónica 
del desahuciado en el silencio;
podría ser un gato buscando en la cornisa, 
atormentado por la lluvia,
y a pesar de todo,
seguir siendo la misma sombra, 
la única mentira, 
el despojado de su aura.

En la vida, no importa tu nombre, 
importa la sonrisa cruel que sirva para el llanto;
importa el calor de tu piel
 para apartarme del frío de la muerte.

En la vida, me voy cantando una tonada triste
 para olvidarme de tu rostro;
no tengo vida para amarte
 sin tomar prestada tu inocencia.

Podría ser un presidiario 
lamiendo su infortunio
o la caricatura triste de un político fantasma; 
Ser un digno albañil escribiendo rascacielos 
o una guitarra agujereada y gris 
después de mil batallas.

En la vida, importa el grito,
y no la voz callada.





miércoles, 1 de julio de 2015

El trajín del tiempo





La representación de tu rostro ha quedado en el olvido
no tardará en disolverse en el recuerdo
respondiendo a los ojos profanos 
expresando amor 
en dolor y lágrimas. 

Tu recuerdo es una línea ficticia 
entre el amor y el desamor
una rutina que cabalga en tiempos distintos
afirmándose en recodos de silencio.

Es natural entonces caminar victorioso
en el espectro de las horas
horadando el pavimento en el trajín del tiempo
acechando el dolor de los canes vagabundos.

La vida pasa
tu rostro se quedó mojado en la hojarasca
convertido en un viejo libro de lectura fácil
en una carta inexplicable que llegó a deshora
en una gota de lluvia insignificante y turbia.

En este rincón 
el caminar se ha convertido:
en natural tonada de encuentros sin retorno
también en desafíos de pensar estando ausente 
y darle utilidad a los recuerdos que se extinguen.






lunes, 29 de junio de 2015

El recuerdo de su rostro



Recuerdo el cuaderno:
de los rostros graficados en silencio,
las flores frescas de aromas diversos.
Recuerdo el rincón,
donde mi perro acechaba los ratones;
la hojarasca del guayabo
en donde contaba historias a la muerte.

Era una mañana incierta:
de cielo despejado,
brillante y calurosa;
recuerdo su rostro de porcelana limpia,
de piel brillante,
sus labios almendrados,
de ojos claros y preciosos.

No era una mujer:
era un bello fantasma,
una aparición rutinaria de mis sueños,
una mención al amor descubierta entre andrajos y azucenas.

Era una luciérnaga,
una flor de pétalos diversos,
de fragancias remotas,
que envolvían mi ser sojuzgándome a su rostro.
 
La miraba distante pero la amaba,
con esa pasión de loco permisivo que se esconde de la luna.

Hoy,
es una viejecita alegre 
seduciendo el rincón de mis recuerdos,
un fantasma gris,
armazón de huesos apretados y dolientes;
canción alegre que se pierde en la memoria.
 
Frágil y serena,
manzana que perdió su aroma
cantando con su voz pausada.

Y a pesar del tiempo,
nos miramos en silencio,
contando historias y recordando olvidos.



 

martes, 23 de junio de 2015

Infidencias del Ser




LA VENTANA Y EL ESPEJO DE LOS SUEÑOS

Existe un grado de complicidad entre la ventana de mi casa y yo.

Somos la casual argucia 
de un pacto entre la mirada y el vacío.
La natural conversión entre el olvido y 
la oscura realidad de un mundo inexplorado.

De ojos tristes, 
de arañas agazapándose 
en el dorso doliente del retrato.
Somos 
esa natural convicción de seres opuestos: 
una ventana mirándome al vacío.

Y mis ojos, 
una realidad en el espejo complejo de sus formas, 
distante de mi ego.

De la vitrina azul, 
en donde yacen los huesos eternos de mi Abuela, 
fiel acompañante de mis penas,
se muda un espectro de colores indescriptibles.

Camino en el estrecho margen de la duda, 
en el conflicto de mis sueños: 
coloreando el vacío estrecho de mis ansias, 
articulando melodías en el oscuro margen de los tiempos.

Me encuentro tribal,
cazador de escarabajos rojos, 
de tiernas cobras de perladas lenguas,
amante noctambulo de meretrices alucinadas por el vino,
vocinglero vagabundo de esperanzas rotas.

Me encuentro acorralado:
Entre el espejo roto de mi morada triste
y la ventana oscura del vacío eterno.

Nos miramos:
La soledad es un retrato
de musgos apretados,
de mares tempestuosos,
de cartas vacías de amor en un mensaje inexplicable.

No estoy loco:
La ventana se muda con mis ojos,
se lleva mis paisajes,
el retrato inútil de tu desnudez profana.







sábado, 20 de junio de 2015

Resistencia al desarraigo de la vida





Me resisto a mirar la vida de la forma como se pinta en la vitrina,
me resisto a reír, fingiendo la alegría de mis huesos ya cansados por el tiempo.

Me resisto a burlarme de la calle bifurcada en escombros y cenizas,
me resisto a doblegarme en la angustia de no verte entre mis brazos: 
desnuda y ebria de mis besos, procreando una sonrisa.

Me resisto a cabalgar en los potros nocturnos de la muerte, 
a su mirada profana y angustiante, 
a la risa de los buitres que esperan mi reposo.

Me resisto al funeral de las alondras, a las cartas marcadas por el llanto,
a los grises tornasoles del suplicio en el que yace agonizante la alegría.








Del tiempo y las miradas



DEL TIEMPO Y LAS MIRADAS
Poema de Arturo Vicente Aponte Núñez


Me miro en tu rostro y entiendo la vida en su careta infame,
los labios tienen esa curvatura feroz del grito desoído,
la rabia de la inocencia profanada en cada sombra que mutila mi existencia.

Te miro y tus huesos ennegrecidos por la carne asemejan serpientes disecadas,
tallos resecos y furiosos colgando cráneos escupidos por la niebla.

Eres la muerte de los desheredados, la ridícula expresión de los olvidos,
la mugre encadenada al odio de los tiempos,
y también, el látigo flagelando el estómago vacío.

Nos miramos desafiantes en cada esquina,
en el atrio gris longevo, nos miramos a hurtadillas,
desafiando el brillo secular,
las hornacinas
donde miran para siempre los caídos en la angostura de los tiempos.

En el escenario de los rostros se multiplica el dolor
y la risa es una mueca que esconde el drama de los vivos,
es la inocencia convertida en el remedo de las sombras que conviven con el odio.

¿Qué seremos entonces a partir del instante en que sucumbas para siempre?
¿Qué será de las manos contritas?
¿De la angustia desvestida en los cántaros macizos?

Tal vez seamos parte de la mesa
u oferentes indecisos de nuestra propia sepultura.



jueves, 11 de junio de 2015

A caminar, a caminar





A caminar 
por la ciudad fantasma,
por las rutas inútiles 
del espanto continuo. 

A caminar 
en el silencio de los ojos contritos,
sintiendo cómo vuelan 
las gaviotas nocturnas.

Y a pesar de las distancias,
llorar en las farolas grotescas 
de los parques azules.

A caminar 
con la ruta encurbada,
tejiendo aromas 
en los ataúdes sin rostro,
en las cortinas de sangre.

A caminar
nuevamente entre espinas y cartas,
en los besos azufrados de la luna,
en los senos marchitos de mi eterna bailarina.

A caminar 
descalzo,
desnudo en la arena,
deletreando tu nombre
y olvidando tu rostro. 

A caminar, a caminar, a caminar muriendo, soñando.



jueves, 28 de mayo de 2015

Agonía del ser




Me quedo en silencio
alumbrándome a los sueños del olvido
al infortunio de los ojos que lamentan tu mirada
a las frases descifradas en los rincones de la vida.

Me quedo en el silencio de los cuerpos olvidados 
a los árboles que lloran la ausencia de los pájaros
a la piel de los ancianos que descifran el misterio
a todas las voces que nos llaman perseguidos.

No me digan de los mendigos 
de sus nombres encriptados en pieles de lamento
en las cartas amarradas en la mirada de la muerte
de las camas abrazadas a la agonía de los días.

No me pidas el nombre de los sueños
ni siquiera la mirada que define nuestra ausencia 
la taza rota en la que guardo mi última sustancia:

Prefiero la risa de los niños mirándose al espejo.



martes, 12 de mayo de 2015

Los recuerdo cantándole a la vida




No recuerdo sus nombres
pero sí su mirada de fuego,
sus camisas rotas por el silencio,
los zapatos venciendo los caminos. 

Recuerdo el discurso de sus sueños,
la bandera cubriéndoles el rostro,
eran bravos muchachos en busca de esperanza,
de músicas guardadas en los llanos y quebradas.

No recuerdo sus nombres,
solamente su sombra y el plato sonoro,
la carta guardada en el roto bolsillo,
el pan servido en sus manos presurosas. 

Los he visto cabalgando,
venciendo la oscuridad y el rayo,
penetrando en las montañas
vestidos de amor alumbrando las moradas.

Los he visto cantándole a la vida
atravesados por las balas,
y en su último suspiro
arengando una proclama.