lunes, 29 de junio de 2015

El recuerdo de su rostro



Recuerdo el cuaderno:
de los rostros graficados en silencio,
las flores frescas de aromas diversos.
Recuerdo el rincón,
donde mi perro acechaba los ratones;
la hojarasca del guayabo
en donde contaba historias a la muerte.

Era una mañana incierta:
de cielo despejado,
brillante y calurosa;
recuerdo su rostro de porcelana limpia,
de piel brillante,
sus labios almendrados,
de ojos claros y preciosos.

No era una mujer:
era un bello fantasma,
una aparición rutinaria de mis sueños,
una mención al amor descubierta entre andrajos y azucenas.

Era una luciérnaga,
una flor de pétalos diversos,
de fragancias remotas,
que envolvían mi ser sojuzgándome a su rostro.
 
La miraba distante pero la amaba,
con esa pasión de loco permisivo que se esconde de la luna.

Hoy,
es una viejecita alegre 
seduciendo el rincón de mis recuerdos,
un fantasma gris,
armazón de huesos apretados y dolientes;
canción alegre que se pierde en la memoria.
 
Frágil y serena,
manzana que perdió su aroma
cantando con su voz pausada.

Y a pesar del tiempo,
nos miramos en silencio,
contando historias y recordando olvidos.



 

martes, 23 de junio de 2015

Infidencias del Ser




LA VENTANA Y EL ESPEJO DE LOS SUEÑOS

Existe un grado de complicidad entre la ventana de mi casa y yo.

Somos la casual argucia 
de un pacto entre la mirada y el vacío.
La natural conversión entre el olvido y 
la oscura realidad de un mundo inexplorado.

De ojos tristes, 
de arañas agazapándose 
en el dorso doliente del retrato.
Somos 
esa natural convicción de seres opuestos: 
una ventana mirándome al vacío.

Y mis ojos, 
una realidad en el espejo complejo de sus formas, 
distante de mi ego.

De la vitrina azul, 
en donde yacen los huesos eternos de mi Abuela, 
fiel acompañante de mis penas,
se muda un espectro de colores indescriptibles.

Camino en el estrecho margen de la duda, 
en el conflicto de mis sueños: 
coloreando el vacío estrecho de mis ansias, 
articulando melodías en el oscuro margen de los tiempos.

Me encuentro tribal,
cazador de escarabajos rojos, 
de tiernas cobras de perladas lenguas,
amante noctambulo de meretrices alucinadas por el vino,
vocinglero vagabundo de esperanzas rotas.

Me encuentro acorralado:
Entre el espejo roto de mi morada triste
y la ventana oscura del vacío eterno.

Nos miramos:
La soledad es un retrato
de musgos apretados,
de mares tempestuosos,
de cartas vacías de amor en un mensaje inexplicable.

No estoy loco:
La ventana se muda con mis ojos,
se lleva mis paisajes,
el retrato inútil de tu desnudez profana.







sábado, 20 de junio de 2015

Resistencia al desarraigo de la vida





Me resisto a mirar la vida de la forma como se pinta en la vitrina,
me resisto a reír, fingiendo la alegría de mis huesos ya cansados por el tiempo.

Me resisto a burlarme de la calle bifurcada en escombros y cenizas,
me resisto a doblegarme en la angustia de no verte entre mis brazos: 
desnuda y ebria de mis besos, procreando una sonrisa.

Me resisto a cabalgar en los potros nocturnos de la muerte, 
a su mirada profana y angustiante, 
a la risa de los buitres que esperan mi reposo.

Me resisto al funeral de las alondras, a las cartas marcadas por el llanto,
a los grises tornasoles del suplicio en el que yace agonizante la alegría.








Del tiempo y las miradas



DEL TIEMPO Y LAS MIRADAS
Poema de Arturo Vicente Aponte Núñez


Me miro en tu rostro y entiendo la vida en su careta infame,
los labios tienen esa curvatura feroz del grito desoído,
la rabia de la inocencia profanada en cada sombra que mutila mi existencia.

Te miro y tus huesos ennegrecidos por la carne asemejan serpientes disecadas,
tallos resecos y furiosos colgando cráneos escupidos por la niebla.

Eres la muerte de los desheredados, la ridícula expresión de los olvidos,
la mugre encadenada al odio de los tiempos,
y también, el látigo flagelando el estómago vacío.

Nos miramos desafiantes en cada esquina,
en el atrio gris longevo, nos miramos a hurtadillas,
desafiando el brillo secular,
las hornacinas
donde miran para siempre los caídos en la angostura de los tiempos.

En el escenario de los rostros se multiplica el dolor
y la risa es una mueca que esconde el drama de los vivos,
es la inocencia convertida en el remedo de las sombras que conviven con el odio.

¿Qué seremos entonces a partir del instante en que sucumbas para siempre?
¿Qué será de las manos contritas?
¿De la angustia desvestida en los cántaros macizos?

Tal vez seamos parte de la mesa
u oferentes indecisos de nuestra propia sepultura.



jueves, 11 de junio de 2015

A caminar, a caminar





A caminar 
por la ciudad fantasma,
por las rutas inútiles 
del espanto continuo. 

A caminar 
en el silencio de los ojos contritos,
sintiendo cómo vuelan 
las gaviotas nocturnas.

Y a pesar de las distancias,
llorar en las farolas grotescas 
de los parques azules.

A caminar 
con la ruta encurbada,
tejiendo aromas 
en los ataúdes sin rostro,
en las cortinas de sangre.

A caminar
nuevamente entre espinas y cartas,
en los besos azufrados de la luna,
en los senos marchitos de mi eterna bailarina.

A caminar 
descalzo,
desnudo en la arena,
deletreando tu nombre
y olvidando tu rostro. 

A caminar, a caminar, a caminar muriendo, soñando.