viernes, 29 de junio de 2012

Poema militante






Encuentro 
la razón sepultada en el silencio, 
el amor agonizando 
en sarcófagos de tiempo; 
el odio incinerando la justicia; 
y es normal entonces,
celebrar la vida alentando el genocidio. 

En eso radica la moral de nuestro tiempo:
el aplauso complaciente
por los muertos sin rostro;
sin llanto que los sepulte
en las fosas del oprobio.

Y los escribas de la mugre,
esos que se dicen cultos,
ignoran por dinero
el lamento rutinario de los pueblos.

Qué decir de los políticos parlanchines,
esos que abundan 
en la fauna del muladar llamado Parlamento;
allí están, 
blandiendo sus proclamas,
afilando sus ofidias lenguas
para seguir olvidando sus promesas.








martes, 26 de junio de 2012

Arte y seducción I










Del arte del erotismo con otra mirada


Casa de sueños






Mi casa es 
un sueño 
escrito en tu mirada, 
un misterio
asolado de guitarras, 
una ruta 
perseguida de palabras.

Es una morada alegre,
de risas 
que afirman sus ladrillos,
de piedras 
que amarran el olvido,
de flores 
que adornan sus cimientos,
de ventanas 
que abrigan estaciones,
de sueños 
cobijados en mi almohada.

Mi casa es
una canción estrepitosa,
un refugio
de silencios constelados,
un espejo
que refleja marejadas,
un peñasco
dibujando madrugadas.



domingo, 17 de junio de 2012

Reflexiones?






A qué te aferras, 
Al  confín de azonadas y presagios?
Al ruido que golpea nuestras sombras?
A la fe inventada en los silencios?
A la tumba que se expresa en aposentos?
A los ojos que nos hunden en su brillo?
A los labios que pronuncian maldiciones?
Al amor torturado en avisos luminosos?
A las cartas sacudidas de epitafios?
A la lluvia que se mezcla con la sangre?
A las lágrimas que se filtran en las cárceles?
A la justicia inventada en el cadalso?
A la historia profanada de ignominias?
A la magia que sepulta la nobleza?
A los libros prisioneros en armarios?
A la mugre que se escribe en los periódicos?
Al silencio que se expresa en las miradas?
A la vida sepultada en basurales?
A las calles inventadas en la hoguera?

A qué te aferras?





sábado, 16 de junio de 2012

Poemas de Juan José Romero López






ILUSIÓN FUGAZ

Llegaste de repente, no sé cómo, ni sé cuando
Pero llegaste, iluminando mi desheredada suerte
Con tu sonrisa franca, con tu chalana cargada de alegría
Como sagradas ofrendas a mi esperanza.
De pronto, se derrumbaron apocalípticas murallas 
Abriéndose mil flores y mil escuelas en el alma.

Y como nunca,  pude comprender la belleza azul – dorada
De una tarde que se aleja,
Pude entender con mayor sublimidad el canto marino de las aves,
Y el espumoso rumor del mar al gatear sobre la arena.

Contigo, pude viajar con mi ilusión por las estrellas,
Colmar mi pasión de fuego y volverme un loco enamorado del silencio.

Contigo, las noches solitarias cobraron magia y misterio, y
La oscuridad fue una enorme jerga bordada en fantasías.
Contigo, la soledad dejó de ser arisca y represiva, para convertirse
En la posada dulce azul de mis desvelos.

Y por ti, detuve el peregrinar de mis versos por un instante de siglos
Y fuiste inspiración de mi más atrevida poesía
Y  fuiste motivo de mis múltiples orgasmos literarios.

Más, como siempre, mi tiempo de dicha fue fugaz
Con tu partida brutal y de repente,
Volvió a emerger aquel pretérito dolor de inmensidad.

Y de nuevo,
Solo
Atisbando por los oscuros hoyos del silencio
Y de nuevo,
Solo
En ese ambiente ofensivo deshabitado por los sueños.
Y de nuevo,
Solo,
Muy solo
Cautivo en mil desvelos,
Entuercado en un tiempo inexistente.




AURORAL DE FUEGO

Tu llegada fue un destello auroral de fuego
Que hizo retornar la ilusión a mi existencia.
Muchos consideraron pecado tu presencia
Más, como podría serlo, si contigo mi corazón
Se ha sentido feliz y rescatado de la abrupta soledad
Que lo tenía enfermo.
Aunque las ramas de los árboles murmuren
Yo quiero continuar y desatar mis sentimientos
Para que corran alegres, libremente por el santuario
De mis sueños.
Acaso,
No tengo derecho a ser feliz,
Aún en medio de esta turbulenta contradicción
Que como duende enloquecido galopa en mis adentros.

Te quiero, y no me importa si la humanidad entera
Me acuse y resuelva en mí contra la más insólita sentencia.

Aún a costa de que le impongan el más terrible tatuaje a mi existencia,
Repito hasta el cansancio que te amo y lo repito emocionado en este invierno
Que se aleja a sus confines para dar paso a la dorada y perfumada primavera.

Quiero seguir unido a ti en cuerpo y alma,
En ese secreto, atado a la magia y al misterio,
Ungido en los más exóticos y rituales movimientos
Y  con mis labios encendidos,  revivir en los tuyos, la más ardiente melodía del deseo.

Aunque las santonas del barrio te acusen de bárbaros supuestos
Eres para mí lo más hermoso que pudo haberme sucedido.


Te quiero,
Tal como eres
Febril,
Escurridiza,
Misteriosa,
Con ese brillo en los ojos que como relámpago surge entre las sombras
Dispuesta a vivir intensamente este pecado
Dispuesta a liberar  mis sueños soterrados en la tristeza
Dispuesta a liberarme de la más despótica soledad,
A  la que me habían confinado
                                                                     Desde tiempos muy tempranos.

Piura - Perú



martes, 12 de junio de 2012

Bálsamo del recuerdo






Mírame,
no soy el fantasma rutinario
de tus noches;
soy el beso ignoto
en el cristal de tus recuerdos;
el viento
que arrulla tus cabellos,
la piel prensada
entre tus muslos
y el deseo amargo
en tu orgía imaginaria.

Ten presente mi silencio,
la voz pausada
en la orilla del estruendo;
el libro abierto 
en tu vientre constelado,
el árbol solitario
que cobija tu tristeza.

Muestrame el rumbo de tus días
para esperarte al final
de tu morada:
sin añoranzas ni premuras
aferrado simplemente a tu ternura.


No olvides nuestras sombras
distanciadas en inviernos
que hoy renacen
como flores
adornando tu belleza.

Mírame un instante,
y enciende nuevamente
el fuego
que alimenta nuestras ansias. 




Fotografía artística
Thomas Doring

viernes, 8 de junio de 2012

Himno Canción a Tupac Amaru




A NUESTRO PADRE CREADOR TUPAC AMARU 

(HIMNO-CANCIÓN)


A Doña Cayetana, mi madre india, 
que me protegió con sus lágrimas y su ternura,
 cuando yo era niño huérfano alojado en una casa hostil y ajena. 
A los comuneros de los cuatro ayllus de Puquio 
en quienes sentí por vez primera, la fuerza y la esperanza.








Poema de José María Arguedas





Tupac Amaru, hijo del Dios Serpiente; hecho con la nieve del Salqantay; tu sombra llega al profundo corazón como la sombra del dios montaña, sin cesar y sin límites.

Tus ojos de Serpiente Dios que brillaban como el cristalino de todas las águilas, pudieron ver el porvenir, pudieron ver lejos. Aquí estoy, fortalecido por tu sangre, no muerto, gritando todavía.

Estoy gritando, soy tu pueblo; tú hiciste de nuevo mi alma; mis lágrimas las hiciste de nuevo; mi herida ordenaste que no se cerrara, que doliera cada vez más. Desde el día en que tú hablaste, desde el tiempo en que luchaste con el acerado y sanguinario español, desde el instante en que le escupiste a la cara; desde cuando tu hirviente sangre se derramó sobre la hirviente tierra, en mi corazón se apagó la paz y la resignación. No hay sino fuego, no hay sino odio de serpiente contra los demonios, nuestros amos.

Está cantando el río,
está llorando la calandria,
está dando vueltas el viento;
día y noche la paja de la estepa vibra;
nuestro río sagrado está bramando;
en las crestas de nuestros Wamanis montañas,
en su dientes, la nieve gotea y brilla.

¿En dónde estás desde que te mataron por nosotros?


Padre nuestro, escucha atentamente la voz de nuestros ríos; escucha a los temibles árboles de la gran selva; el canto endemoniado, blanquísimo del mar; escúchalos, padre mío, Serpiente Dios. ¡Estamos vivos; todavía somos! Del movimiento de los ríos y las piedras, de la danza de árboles y montañas, de su movimiento, bebemos sangre poderosa, cada vez más fuerte. ¡Nos estamos levantando, por tu casa, recordando tu nombre y tu muerte!

En los pueblos, con su corazón pequeñito, 
están llorando los niños.
En las punas, sin ropa, sin sombrero, sin abrigo, 

casi ciegos, 
los hombres están llorando, más tristes, 
más tristemente que los niños.
Bajo la sombra de algún árbol, todavía llora el hombre, 

Serpiente Dios, más herido que en tu tiempo; 
perseguido, como filas de piojos.
¡Escucha la vibración de mi cuerpo! 

Escucha el frío de mi sangre, su temblor helado.
Escucha sobre el árbol de lambras el canto de la paloma abandonada,nunca amada;
el llanto dulce de los caudalosos ríos, 

de los manantiales que suavemente
brotan al mundo.

¡Somos aún, vivimos!


De tu inmensa herida, de tu dolor que nadie habría podido cerrar, se levanta para nosotros la rabia que hervía en tus venas. Hemos de alzarnos ya, padre, hermano nuestro, mi Dios Serpiente. Ya no le tenemos miedo al rayo de pólvora de los señores, a las balas y la metralla, ya no le tememos tanto. ¡Somos todavía! Voceando tu nombre, como los ríos crecientes y el fuego que devora la paja madura, como las multitudes infinitas de las hormigas selváticas, hemos de lanzarnos, hasta que nuestra tierra sea de veras nuestra tierra y nuestros pueblos nuestros pueblos.

Escucha, padre mío, mi Dios Serpiente, escucha:
las balas están matando,
las ametralladoras están reventando las venas,
los sables de hierro están cortando carne humana;
los caballos, con sus herrajes, 

con sus locos y pesados cascos, mi cabeza,
mi estómago están reventando,
aquí y en todas partes;
sobre el lomo helado de las colinas de Cerro de Pasco,
en las llanuras frías, en los caldeados valles de la costa,
sobre la gran yerba viva, entre los desiertos.



Padrecito mío, Dios Serpiente, tu rostro era como el gran cielo, óyeme: ahora el corazón de los señores es más espantoso, más sucio, inspira más odio. Han corrompido a nuestros propios hermanos, les han volteado el corazón y, con ellos, armados de armas que el propio demonio de los demonios no podría inventar y fabricar, nos matan. ¡Y sin embargo, hay una gran luz en nuestras vidas! ¡Estamos brillando! Hemos bajados a las ciudades de los señores. Desde allí te hablo.
Hemos bajado como las interminables filas de hormigas de la gran selva. Aquí estamos, contigo, jefe amado, inolvidable, eterno Amaru.

Nos arrebataron nuestras tierras. Nuestras ovejitas se alimentan con las hojas secas que el viento arrastra, que ni el viento quiere; nuestra única vaca lame agonizando la poca sal de la tierra. Serpiente Dios, padre nuestro: en tu tiempo éramos aún dueños, comuneros. Ahora, como perro que huye de la muerte, corremos hacia los valles calientes. Nos hemos extendido en miles de pueblos ajenos, aves despavoridas.

Escucha, padre mío: desde las quebradas lejanas, desde las pampas frías o quemantes que los falsos wiraqochas nos quitaron, hemos huido y nos hemos extendido por las cuatro regiones del mundo. Hay quienes se aferran a sus tierras amenazadas y pequeñas. Ellos se han quedado arriba, en sus querencias y, como nosotros, tiemblan de ira, piensan, contemplan. Ya no tememos a la muerte. Nuestras vidas son más frías, duelen más que la muerte. Escucha, Serpiente Dios: el azote, la cárcel, el sufrimiento inacabable, la muerte, nos han fortalecido, como a ti, hermano mayor, como a tu cuerpo y tu espíritu. ¿Hasta donde nos ha de empujar esta nueva vida? La fuerza que la muerte fermenta y cría en el hombre ¿no puede hacer que el hombre revuelva el mundo, que lo sacuda?

Estoy en Lima, en el inmenso pueblo, cabeza de los falsos wiraqochas. En la Pampa de Comas, sobre la arena, con mis lágrimas, con mi fuerza, con mi sangre, cantando, edifiqué una casa. El río de mi pueblo, su sombra, su gran cruz de madera, las yerbas y arbustos que florecen, rodeándolo, están, están palpitando dentro de esa casa; un picaflor dorado juega en el aire, sobre el techo.

Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo. Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo. Hemos de lavar algo las culpas por siglos sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos wiraqochas, con lágrimas, amor o fuego. ¡Con lo que sea! Somos miles de millares, aquí, ahora. Estamos juntos; nos hemos congregado pueblo por pueblo, nombre por nombre, y estamos apretando a esta inmensa ciudad que nos odiaba, que nos despreciaba como a excremento de caballos. Hemos de convertirla en pueblo de hombres que entonen los himnos de las cuatro regiones de nuestro mundo, en ciudad feliz, donde cada hombre trabaje, en inmenso pueblo que no odie y sea limpio, como la nieve de los dioses montañas donde la pestilencia del mal no llega jamás. Así es, así mismo ha de ser, padre mío, así mismo ha de ser, en tu nombre, que cae sobre la vida como una cascada de agua eterna que salta y alumbra todo el espíritu y el camino.

Tranquilo espera,
tranquilo oye,
tranquilo contempla este mundo.
Estoy bien ¡alzándome!
Canto;
mismo canto entono.
Aprendo ya la lengua de Castilla,
entiendo la rueda y la máquina;
con nosotros crece tu nombre;
hijos de wiraqochas te hablan y te
escuchan
como el guerrero maestro, 

fuego puro que enardece, iluminando.
Viene la aurora.
Me cuentan que en otros pueblos
los hombre azotados, los que sufrían,
son ahora águilas, cóndores de
inmenso y libre vuelo.
Tranquilo espera.
Llegaremos más lejos que cuanto tú quisiste y soñaste.
Odiaremos más que cuanto tú odiaste;
amaremos más de lo que tú amaste,
con amor de paloma encantada, de calandria.
Tranquilo espera, con ese odio y con ese amor sin sosiego y sin límites, 

lo que tú no pudiste lo haremos nosotros.


Al helado lago que duerme, al negro precipicio, 
a la mosca azulada que ve y anuncia la muerte, 
a la luna, las estrellas y la tierra, 
el suave y poderoso corazón del hombre; 
a todo ser viviente y no viviente, 
que está en el mundo, 
en el que alienta o no alienta la sangre, 
hombre o paloma, piedra o arena, 
haremos que se regocijen, que tengan luz infinita,
Amaru, padre mío.
La santa muerte vendrá sola, 
ya no lanzada con hondas trenzadas ni estallada por el rayo de pólvora. 
El mundo será el hombre, el hombre el mundo, 
todo a tu medida.


Baja a la tierra, Serpiente Dios, infúndeme tu aliento; pon tus manos sobre la tela imperceptible que cubre el corazón. Dame tu fuerza, padre amado.







domingo, 3 de junio de 2012

Éros del tiempo






Estoy mirando el tiempo 
amarrar encuentros y silencios: 
abrazando soledades 
delirando en campanarios; 
y miro en los espejos 
la rutina del ser, abrigado en tu ternura. 

Somos el cerrojo siniestro del encierro, 
donde yacen ocultos 
los sueños del olvido.
Estamos transitando en el dolor
ocultando nuestros nombres
a la lluvia;
y la plaza es una ventana
abierta en tus entrañas
para mirar la vida
celebrando a los nacidos.

Somos el tiempo
trenzado en las cadenas,
y me aferro a tu recuerdo
para ocultarme en la jornada.
¿De dónde vienen los sueños,
si en mí despiertas
los fragores?

Hoy, eres distancia,
celebración y olvido
para mirarte eterna, amada y enjaulada.



Imágenes tomadas del Blog:
El arte del erotismo con otra mirada.

sábado, 2 de junio de 2012

Maestros de la Fotografía




















NICK BRANDT
Fotógrafo Inglés

Epístola de la Libertad




Guardo el dolor 
en la compilación sucinta 
de los sueños, 
en los cofres etéreos 
de las brumas, 
en cada risa 
expresada entre los llantos; 
y así, 
descifrando epístolas, 
los escribanos 
deletrearon el dolor de los profetas 
en las grietas profundas 
de los páramos.

En la desolación,
los rostros expresaron furia,
silencios que el tiempo
amasó en su rebeldía;
hoy,
las grietas del dolor
expresan la voluntad de luchar
hasta la vida,
pronunciando salmos
en las hogueras que vaticinan
tiempos nuevos.

No me pidas tregua en la mirada,
ternura en la sonrisa,
ni sueños en el drama;
estamos cobijados en el odio
para redimir el amor
sublevando voluntades.