jueves, 21 de mayo de 2009

Cartas del tiempo


Se ha roturado el gran patio,
y de los viejos campanarios

atisban presurosos
los veteranos de la nada.

Son los mismos,
los viejos fantasmas

de melenas impuras,
los barbudos del fraude dialéctico;
los de la liberación consumada
en cantaros de vino

y en páginas borrosas.

No se espanten

de sus discursos guturales,
de sus ademanes inciertos,
de tantas titilantes

canciones efímeras;
ellos son
los que prometieron

el paraíso socialista
y hoy sucumben

bebiendo el vómito de los burgueses.
Ellos son: disfrazados de cambio
pero siempre son lo mismo,
veteranos de la nada;
ocultos en mantas ataviadas de lujuria,
ebrios penitentes

de auroras mutiladas.

Quiero por eso

espantar la noche,
beber de nuevas fuentes;
romper la inercia

de las frases olvidadas
y pintar el viento

atormentando la mañana.

Ser de los árboles
las hojas confundidas

en mil pájaros,
la nieve oculta

en el marasmo de lo nuevo;
el tic tac musical

de los relojes confundidos,
el surco abierto

en los nuevos horizontes.

Quiero ser
algo distinto:
amante redimido

de la libertad perpetua,
vela de mi barco

y viento de los mares;
solitario combatiente

entre flores y marañas,
escudo de mi sombra perseguida
y lluvia tormentosa en la llanura.




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