lunes, 25 de octubre de 2010

En el Tabanco de mis sueños



Mírame agitar las banderas
que son sueños,
en el libro de los bosques devastados.
Celebra conmigo
la canción de los remansos, 
ayúdame a sublevar los aposentos,
construyendo barricadas de amor entre los odios.


Hoy, celebro contigo
la vida en motitas de algodón,
en mares tan profundos
de luz como en tus ojos,
distantes caminamos
entre médanos y juncos.


Me quedan por escalar:
las moradas del crepúsculo
en las alas del Chilalo,
escribiendo consignas
entre zapotes y algarrobos.

Allí anida mi tiempo,
hermano domador de silencios,
de vientos amarrados al sol
y de moluscos peinando mi desierto.

He caminado por el Tabanco,
donde secuestré  tus besos
en la pausada soledad de los ancianos,
contemplando
a los descendientes del Tallan rebelde,
que con sus huesos
sepultó el odio de los conquistadores.

Hoy,
escribo esta carta
vieja compañera de los algodonales,
recordando tus rebeldes trenzas,
con las que construí mis sueños,
entre peces, chaquiras y callanas.

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