domingo, 20 de mayo de 2012

Vorágine






Te siento entre mis manos 
como una hoja arrancada de su rama, 
en una visión develada en el misterio; 
en la observación profana de los cuerpos, 
en la órbita sonora del vuelo de los pájaros; 
eres a mis ojos 
la razón de mis emociones, 
rotas en el marasmo del deseo. 

Hoy,
el río es un pregón en mis latidos,
el eco sincronizado
que pulsa el ritmo de mi sangre,
que fluye en frenesí
hasta tu cuerpo;
que lo envuelve, que lo invade,
que se afirma 
hasta el orgasmo. 

Te recuerdo entre manzanas,
en uvas ebrias y dispersas,
en vinos añejados con tus labios;
eres el fantasma que me muerde
en el delirio.

¿Y seguirás siendo afirmación,
o negación de mis instintos?







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