viernes, 29 de junio de 2012

Poema militante






Encuentro 
la razón sepultada en el silencio, 
el amor agonizando 
en sarcófagos de tiempo; 
el odio incinerando la justicia; 
y es normal entonces,
celebrar la vida alentando el genocidio. 

En eso radica la moral de nuestro tiempo:
el aplauso complaciente
por los muertos sin rostro;
sin llanto que los sepulte
en las fosas del oprobio.

Y los escribas de la mugre,
esos que se dicen cultos,
ignoran por dinero
el lamento rutinario de los pueblos.

Qué decir de los políticos parlanchines,
esos que abundan 
en la fauna del muladar llamado Parlamento;
allí están, 
blandiendo sus proclamas,
afilando sus ofidias lenguas
para seguir olvidando sus promesas.








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