lunes, 29 de junio de 2015

El recuerdo de su rostro



Recuerdo el cuaderno:
de los rostros graficados en silencio,
las flores frescas de aromas diversos.
Recuerdo el rincón,
donde mi perro acechaba los ratones;
la hojarasca del guayabo
en donde contaba historias a la muerte.

Era una mañana incierta:
de cielo despejado,
brillante y calurosa;
recuerdo su rostro de porcelana limpia,
de piel brillante,
sus labios almendrados,
de ojos claros y preciosos.

No era una mujer:
era un bello fantasma,
una aparición rutinaria de mis sueños,
una mención al amor descubierta entre andrajos y azucenas.

Era una luciérnaga,
una flor de pétalos diversos,
de fragancias remotas,
que envolvían mi ser sojuzgándome a su rostro.
 
La miraba distante pero la amaba,
con esa pasión de loco permisivo que se esconde de la luna.

Hoy,
es una viejecita alegre 
seduciendo el rincón de mis recuerdos,
un fantasma gris,
armazón de huesos apretados y dolientes;
canción alegre que se pierde en la memoria.
 
Frágil y serena,
manzana que perdió su aroma
cantando con su voz pausada.

Y a pesar del tiempo,
nos miramos en silencio,
contando historias y recordando olvidos.



 

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